Testimonios extraídos del libro Lo pasado pensado, de Felipe Pigna, Editorial Planeta, 2005.
El 9 de octubre de 1967, un día
después de ser capturado por el ejército boliviano, el Che Guevara
fue ejecutado en la localidad de La Higuera, Bolivia. Lo que sigue
son fragmentos del libro Lo pasado pensado, entrevistas con la
historia argentina (1955-1983), de Felipe Pigna, adaptado para El
historiador.
¿Qué sintió cuando capturó al Che en la quebrada del Churo?
Gary Prado
A mí no me causó ninguna impresión especial
porque no era el mito lo que tenía delante. Cuando me avisan el cabo
Balboa y los soldados Encina y Choque que lo habían capturado, lo
que vi era un hombre sucio y derrotado. No era el mito, que ustedes
contribuyeron a alimentar, era el hombre.
¿Quién era para usted el Che?
Gary Prado: Era
un combatiente. Si ve las fotos de cuando fue capturado le da pena:
no inspira ni respeto, ni temor, ni admiración. Pena es lo que
inspiraba ese ser humano en condiciones de hambre, de harapos.
¿Fue una ejecución o un asesinato?
Gary
Prado: Una ejecución, una ejecución sumaria.
¿Legítima?
Gary Prado: No. Una ejecución no
es legítima. Es una ejecución. Es una decisión que toman los
estamentos políticos. Tendrían sus razones.
¿Usted ayudó al Che a subir desde la quebrada y llegar
hasta la escuelita de La Higuera?
Jorge Quiroga
: Guevara estaba muy mal. Estaba herido y
respiraba con dificultad. Todo el tiempo me agradecía la ayuda. Era
un hombre de mucho coraje. Piense que tuvimos que caminar dos
kilómetros y él todo el tiempo me preguntaba por su compañero, el
Willy.
A las seis de la mañana del 9 de octubre de 1967 con sus 19 años Julia Cortez llegó cautiva por derecho propio a la escuelita donde le Che permanecía. Después de todo, ella era la maestra de esa escuelita dejada de la mano de Dios. Quiso conocer a ese hombre del que todos hablaban.
Julia Cortez: Quedé muy impresionada con él y le pregunté qué hacía un hombre tan lindo y tan importante como él ahí. Él me contestó: ¿Qué hace una mujer tan linda y tan importante como usted aquí? No se equivoque, los dos queremos lo mismo, mejorarle la vida a la gente, estamos acá por nuestros ideales. Tenía la mirada de Jesús.
Mientras Julia y el Che conversaban, en La Paz el presidente René Barrientos, asesorado por la CÍA, tomó la decisión de asesinar al Che.
¿Quién da la orden?
Miguel Ayoroa: Nosotros estábamos saliendo cuando escuchamos
por nuestra radio. mi coronel le dicen a Zenteno-, lo llaman de su
comando, de Vallegrande. Él entra, charla, y cuando sale, dice:
Orden del Comando Superior ha llegado a Vallegrande y me la están
retransmitiendo: que no quieren sapos vivos. Es decir, era la
clave. Entonces, dice: Éste es un problema porque acá los únicos
vivos que hay son Guevara y Willy. Cuando volvió ya nos dieron
parte que lo habían matado.
Gary Prado: Yo no tomé ninguna decisión. Es problema de los generales que toman la decisión y la ejecutan. Yo era un capitán que entregó un prisionero; me fui con mi tropa a buscar más guerrilleros y cuando regreso encuentro un cadáver, ¿qué voy a hacer? La decisión la tomó el gobierno boliviano y los asesores norteamericanos sobre la base de cuatro argumentos: 1) Mostrarle a la opinión pública internacional que el Che fue derrotado en combate y muerto en acción. Era mejor que tenerlo prisionero. 2) El juicio a Regis Debray se estaba complicando por sus impresionantes repercusiones internacionales. Se imagina las repercusiones que provocaría un hipotético juicio al Che. 3) Sería imposible garantizar la seguridad del Che durante un eventual juicio y se corría el riesgo permanente de operaciones para liberarlo. 4) La ejecución del Che sería un duro golpe a Fidel Castro y su estrategia de extensión de la guerrilla en América latina. Esto fue lo que ellos evaluaron y por eso decidieron su muerte. Cuando me enteré, ya no podía opinar si estaba de acuerdo o no. Mi impresión posterior es que se cometió un error. Fue una decisión del gobierno boliviano. Por radio le dan la orden al coronel Zenteno, que organiza la ejecución simple; no hay ceremonia de despedida, no hay discursos. Cuando se hace una ejecución se acabó, ¿no?
¿La CIA fue determinante a la hora de decidir la muerte
del Che?
Miguel Ayoroa: Sí. Claramente. Uno de los
hombres de la CIA era Félix Rodríguez, un cubano exiliado, que entró
en la escuelita al grito de ¿Tú sabes quién soy yo?. El Che lo
miró con asco y le contestó: Sí, un traidor, y le escupió la
cara.
¿Usted vio el cadáver del Che?
Miguel Ayora:
Lo vi ahí en La Higuera. Hay que mandarlo al helicóptero, me
dicen.
¿El Che estaba tirado en el piso de la
escuela?
Miguel Ayoroa: El Che estaba tirado en el piso.
No en la escuela, sino cerca del helicóptero. Ya lo habían sacado.
Tuvimos que embarcarlo con camillas, muerto, hasta Vallegrande en
helicóptero. El piloto, Niño de Guzmán, en cada vuelo se llevaba dos
muertos, uno amarrado en cada patín.
Por eso quedó con los ojos abiertos, por el viento del
helicóptero.
Miguel Ayoroa: Sí. E incluso a Guevara,
cuando estaba ahí muerto, se lo amarró con un trapo antes de
amarrarlo al patín por la cabeza para que no abriera la boca. Y así
debe haber llegado a Vallegrande.
El cadáver del Che fue trasladado en el patín de un helicóptero desde La Higuera a Vallegrande, el viento le abrió los ojos para siempre. El cadáver fue depositado sobre el piletón de la lavandería del hospital donde trabajaba Susana. Todo Vallegrande visitó el lugar. El cuerpo del Che yacía en medio de oficiales bolivianos y periodistas extranjeros.
¿Usted fue la encargada de preparar el cadáver del Che para exhibirlo?
Susana Osinagas: Yo no sabía quién era. Me llamó la atención que me pidieran que lo lavara, nosotros nunca lavábamos los cadáveres. Estaba muy sucio y tenía siete heridas de bala. Lo lavamos con agua y jabón y el doctor José Martínez Caso le aplicó una inyección de formol en la aorta para que no se descomponga. Él tenía los ojos abiertos y me miraba todo el tiempo, me corría para un lado y me miraba, me corría para el otro y me seguía mirando. Cada tanto lo sueño que me mira.Gary Prado: General del Ejército Boliviano. El 8 de octubre de 1967 capturó al Che en la quebrada del Churo. Actualmente milita en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Bolivia.
Miguel Ayoroa: Coronel del Ejéricto
Boliviano. Participó en la campaña contra el Che y estuvo a cargo de
él hasta que fue desplazado por los agentes de la CIA que tomaron el
control de la situación. Actualmente vive en Santa Cruz de la
Sierra.
Susana Osinagas: En octubre de 1967
era enfermera en el Hospital Señor de Malta. Vive en
Vallegrande.
Fuente: http://www.elhistoriador.com.ar/