Autor: Felipe Pigna
Argentina indígena
La población del actual territorio argentino a la
llegada de los españoles a principios del siglo XVI sumaba unas
330.000 personas agrupadas en una veintena de grupos étnicos. Los
habitantes del Noroeste, las Sierras Centrales y la Mesopotámica
practicaban la agricultura, mientras que el resto del territorio
estaba ocupado por grupos de cazadores-recolectores. Las culturas
más extendidas fueron los diaguitas al Noroeste, los guaraníes, los
tupíes, los tobas y los guaycurúes en el Noreste, los pampas en el
centro y los tehuelches, mapuches y onas en el Sur.
Conquista y colonización
En 1536 Don Pedro de Mendoza fundó Santa María de los Buenos Ayres, la primera ciudad argentina. La miseria y el hambre doblegaron a Mendoza y su gente y Buenos Aires quedó despoblada hasta su segunda fundación por Juan de Garay en 1580. Las ciudades argentinas fueron fundadas por conquistadores que provenían de distintas zonas de América. La corriente pobladora del este, llegada desde España, tomó como base de operaciones la ciudad de Asunción y fundó las ciudades litorales. La que vino desde el Perú ocupó el Tucumán, como se llamaba entonces a todo el Noroeste argentino. Las ciudades cuyanas fueron fundadas por la corriente proveniente de Chile
La etapa colonial
Lo que hoy es la Argentina perteneció al virreinato del Perú hasta que en 1776 el rey Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata cuyo primer virrey fue Pedro de Ceballos. La capital, Buenos Aires, se convirtió en un gran puerto comercial y se incrementó notablemente la exportación de cueros, tasajo y de la plata proveniente de las minas del Potosí. El sistema de monopolio impuesto por España prohibía comerciar con otro país que no fuera la propia España, y encarecía notablemente los productos y complicaba la exportación. En 1806 y 1807 se produjeron dos invasiones inglesas a que fueron rechazadas por el pueblo de Buenos Aires, alistado en milicias de criollos y españoles . En cada milicia los jefes y oficiales fueron elegidos democráticamente por sus integrantes. Las milicias se transformaron en centros de discusión política.
La revolución
Las invasiones inglesas demostraron que España estaba seriamente debilitada y que no podìa ni abastecer correctamente ni defender a sus colonias . . La ocupación francesa de España por Napoleón, la captura de del Rey Carlos IV y su hijo Fernando VII y la caída de la Junta Central de Sevilla, decidieron a los criollos a actuar. El 25 de mayo de 1810 se formó la Primera Junta de gobierno presidida por Cornelio Saavedra, que puso fin al período virreinal. Mariano Moreno, el secretario de la Junta llevará adelante una política revolucionaria tendiente a fomentar el libre comercio y a sentar las bases para una futura independencia.
La etapa revolucionaria
Entre 1810 y 1820 se vive un clima de gran inestabilidad política. Se suceden los gobiernos (Primera Junta (1810) , Junta Grande (1811), Triunviratos (1811-1814) y el Directorio (1814-1820) que no pueden consolidar su poder y deben hacer frente a la guerra contra España. En esta lucha se destacarán Manuel Belgrano, José de San Martín, llegado al país en 1812, y Martín Miguel de Güemes. Las campañas sanmartinianas terminarán, tras liberar a Chile, con el centro del poder español de Lima. El 9 de julio de 1816 un congreso de diputados de las Provincias Unidas proclamó la independencia y en 1819 dictó una Constitución centralista que despertó el enojo de los provincias, celosas de su autonomía.
Unitarios y federales
A partir de 1819 en el país se fueron definiendo claramente dos tendencias políticas: los federales partidarios de las autonomías provinciales y los unitarios partidarios del poder central de Buenos Aires. Estas disputas políticas desembocaron en una larga guerra civil cuyo primer episodio fue la batalla de Cepeda en febrero de 1820 cuando los caudillos federales de Santa Fe, Estanislao López y de Entre Ríos, Francisco Ramírez, derrocan al directorio. A partir de entonces cada provincia se gobernará por su cuenta. La principal beneficiada por la situación será Buenos Aires, la provincia más rica que retendrá para sí las rentas de la Aduana y los negocios del puerto.
La etapa rosista
En 1829 uno de los estancieros más poderosos de la provincia, Juan Manuel de Rosas asumió la gobernación de Buenos Aires ejerciendo una enorme influencia sobre todo el país. A partir de entonces y hasta su caída en 1852, ejercerá el poder en forma autoritaria, persiguiendo duramente a sus opositores y censurando a la prensa, aunque contando con el apoyo de amplios sectores del pueblo y de las clases altas porteñas. Durante el rosismo creció enormemente la actividad ganadera bonaerense, las exportaciones y algunas industrias del interior que fueron protegidas gracias a la ley de aduanas. Rosas se opuso a la organización nacional y a la sanción de una Constitución porque ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras con el resto del país y la pérdida de la hegemonía porteña.
La Secesión
Justo José de Urquiza era gobernador de Entre Ríos, provincia productora de ganado como Buenos Aires, pero que se veía seriamente perjudicada por la política de Rosas que no permitía la libre navegación de los ríos y frenaba el comercio y el desarrollo provinciales. En 1851, Urquiza se pronunció contra Rosas y formó, con ayuda brasileña, el Ejercito Grande derrotando definitivamente a Rosas en Caseros el 3 de febrero de 1852. Urquiza convocó a un Congreso Constituyente en Santa Fe que en mayo de 1853 sancionó la Constitución Nacional. Pero aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta porteña seguían siendo los mismos y Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina, dieron un golpe de estado, conocido como la "Revolución del 11 de Septiembre de 1852". A partir de entonces, el país quedó por casi diez años dividido en dos: el Estado de Buenos Aires y la Confederación del resto de las provincias con capital en Paraná. La separación duró casi diez años, hasta que en septiembre de 1861, el líder porteño Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza en Pavón y unificó al país bajo la tutela porteña
La organización nacional
A partir Pavón se suceden los gobiernos de Bartolomé Mitre (1862-68), Domingo F. Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880) que concretarán la derrota de las oposiciones del interior, la ocupación del todo el territorio nacional y la organización institucional del país fomentando la educación, la agricultura, las comunicaciones, los transportes, la inmigración y la incorporación de la Argentina al mercado mundial como proveedora de materias primas y compradora de manufacturas.
La república conservadora
En 1880 llega al poder el general Julio A. Roca consolidando el modelo económico agroexportador y el modelo político conservador basado en el fraude electoral y la exclusión de la mayoría de la población de la vida política. Se incrementan notablemente las inversiones inglesas en Bancos, frigoríficos y ferrocarriles y crece nuestra deuda externa. A partir de la crisis de 1890 surgen las oposiciones al régimen. Por el lado político la Unión Cívica Radical que lucha por la limpieza electoral y contra la corrupción y por el lado social el movimiento obrero que pelea por la dignidad de los trabajadores desde los gremios socialista y anarquistas.
La Reforma electoral
La lucha radical expresada en las revoluciones de 1893 y 1905 y el creciente descontento social expresado por innumerables huelgas, llevarán a un sector de la clase dominante a impulsar una reforma electoral que calme los ánimos y traslade la discusión política de las calles al parlamento. En 1912, el presidente Roque Sáenz Peña logró la sanción de la ley que lleva su nombre y que establece el voto secreto y obligatorio.
La etapa radical
La aplicación de ley Sáenz Peña hizo posible la llegada del radicalismo al gobierno. Los radicales gobernarán en país entre 1916 y 1930 bajo las presidencias de Hipólito Yrigoyen (1916-1922) (1928-1930) y Marcelo T. de Alvear (1922-1928), impulsando importantes cambios tendientes a la ampliación de la participación ciudadana, la democratización de la sociedad, la nacionalización del petróleo y la difusión de la enseñanza universitaria. El período no estuvo exento de conflictos sociales derivados de las graves condiciones de vida de los trabajadores. Algunas de sus protestas, como la de la Semana Trágica y la Patagonia, fueron duramente reprimidas con miles de trabajadores detenidos y centeneras de muertos.
La década infame
El 6 de septiembre de 1930 los generales José Félix Uriburu y Agustín P. Justo encabezan un golpe de estado apoyado por grupos políticos conservadores, y expulsan del gobierno a Yrigoyen inaugurando un período en el que vuelve el fraude electoral, y la exclusión política de las mayorías. En 1933 se firma el Pacto Roca-Runciman con Inglaterra que aumenta enormemente la dependencia Argentina con ese país. Se suceden los gobiernos conservadores (gral. Uriburu 1930-32. gral Justo 1932-38, Roberto Ortíz 1938-42 y Ramón Castillo 1942-43) que se desentienden de los padecimientos de los sectores populares y benefician con sus políticas a los grupos y familias más poderosas del país.
La etapa peronista
En 1943 un grupo de militares nacionalistas da un golpe de estado y derroca al presidente Castillo. Dentro de este grupo se destaca el coronel Juan Domingo Perón quien desde la secretaría de Trabajo y Previsión llevará adelante un política tendiente a mejorar la legislación laboral y social (vacaciones pagas, jubilaciones, tribunales de trabajo). El apoyo popular a Perón lo llevará al gobierno en las elecciones de 1946. Durante sus dos presidencias (1946-52 1952-55) Perón, que ejercerá el poder limitando el accionar de la oposición y censurando a la prensa, impulsará una política que combinaba el impulso de la industria, el empleo, las comunicaciones y los transportes con la acción social desarrollada por Eva Perón a través de la construcción de hospitales, escuelas, hogares para niños y ancianos y ayuda económica para los más pobres.
La inestabilidad política
En 1955 un nuevo golpe militar derrocó a Perón quien marchó al exilio. A partir de entonces y hasta 1973 los peronistas no podrán votar por su partido. En ese período habrá dos presidentes civiles, Arturo Frondizi (1958-62) y Arturo Illia (1963-66) que intentarán impulsar el desarrollo nacional y poner fin a la proscripción del peronismo. Ambos serán derrocados por golpes militares. El golpe del 66 llamado Revolución Argentina se prolongará en el poder por siete años hasta la presión popular expresada en violentas protestas como el Cordobazo y en la aparición de grupos guerrilleros, obligó a los militares a llamar a elecciones el 11 de marzo de 1973 en las que resultará electo el candidato peronista Héctor Cámpora.
El regreso del peronismo
Entre 1973 y 1976 gobernó nuevamente el peronismo con cuatro presidentes (Cámpora 1973, Lastiri, 1973, Perón 1973-1974, Isabel Perón 1974-76) que intentaron retomar algunas de las medidas sociales del primer peronismo como el impulso de la industria y la acción social, el mejoramiento de los sueldos y el control de precios. Pero los conflictos internos del movimiento peronista y la guerrilla sumados a la crisis económica mundial de 1973 complicaron las cosas que se agravaron aún más con la muerte de Perón en 1974 y la incapacidad de su sucesora Isabel Perón para conducir el país. Esta crisis fue utilizada como excusa para terminar con el gobierno democrático e instalar un nuevo golpe militar.
La dictadura
La dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983, contó con el decisivo respaldo de los grandes grupos económicos nacionales y el financiamiento permanente de los grandes bancos internacionales y los organismos internacionales de crédito como el Banco Mundial y el FMI. El saldo de su gestión fue el de miles de muertos y desaparecidos, centenares de miles de exiliados, la derrota del ejército argentino en Malvinas, la multiplicación de la deuda externa por cinco, la destrucción de gran parte del aparato productivo nacional y la quiebra y el vaciamiento de la totalidad de las empresas públicas a causa de la corrupción de sus directivos.
La Democracia
Desde 1983, el país vive en democracia
restableciéndose las libertades públicas y los derechos humanos y la
cultura argentina volvió a destacarse en el mundo La herencia dejada
por la dictadura militar fue muy pesada y los sucesivos gobiernos
(Raúl Alfonsín 1983-89, Carlos Menem 1989-99) vieron condicionados
sus planes sociales y políticos por las presiones económicas. Menem
entendió que la solución pasaba por una política de privatizaciones
que generó una breve etapa de bienestar (1991-95) pero que concluyó
con una profunda crisis que generó desocupación y aumentó
notablemente la deuda externa.
Fuente: http://www.elhistoriador.com.ar/