LIBRO LA FUERZA ES EL DERECHO DE LAS BESTIAS CAPÍTULO II


En el Capitulo II, bajo el título de Acción Económica, el Gral. Perón expresa:


Para no sentirme tentado y evitar los consejos fáciles, resolví "quemar las naves" declarando que me cortaría la mano antes de firmar un empréstito, porque, si la finalidad era la independencia económica, no era el caso de salir de las llamas para caer en las brasas. (...)
(...) La recuperación de los servicios públicos no era para los argentinos una cuestión de independencia económica, era también una reparación a la dignidad nacional. La concesión leonina que entregaba una legua a cada lado de la vía que se construyera y permitía la importación libre de derecho a las empresas ferroviarias fue obra de Mitre (así se llamó esa ley). La venta de los ferrocarriles argentinos existentes, fue realizada por los gobiernos conservadores de la oligarquía argentina, que siempre actuaron de testaferro de los colonizadores. La entrega de los demás servicios fue también uno de los tantos ruinosos negociados para el país, realizados por estos argentinos que no merecen llamarse así. (...)


En el Capitulo II, bajo el titulo de El caso del Uruguay, escribe (refiriéndose a la ayuda prestada por Uruguay a los 'libertadores' de la 'Revolución Libertadora' que derrocó al General):


) El gobierno uruguayo tomó a sueldo a todos los exiliados y traidores argentinos que encontró y (...) se organizó un comando revolucionario al que puso a su disposición fondos y otros medios. Uruguay pasó a ser refugio de facinerosos y un porta-aviones de los que huían después de sus fracasados golpes criminales.
Política peligrosa para el Uruguay, porque eso puede quedar como un recuerdo, para devolver el favor cuando sea oportuno. A mi me han visitado varias veces uruguayos para hacer una revolución. Yo los convencí de no hacerla y dije que no me prestaba para intervenir en los asuntos internos de otros estados. ¡Francamente, hoy estoy arrepentido!


El comportamiento miserable del Uruguay en 1947 con el Paraguay, se ha repetido en 1955 con la Argentina, con la misma falsedad y la misma hipocresía.


(...) Señores uruguayos: han perdido el derecho de invocar el honor porque su gobierno ha conspirado contra un vecino y ha participado en la lucha por el mismo móvil que los revolucionarios argentinos: el dinero. Ellos lo cobraron en efectivo; ustedes en vacas, turismo y radios. Dios los perdone. Todavía algún día hablaremos.


En el capitulo III, referido a La Traición al Pueblo, el general Perón describe:


LA REACCIÓN PARASITARIA


(...) El gobierno del Pueblo y la justicia social son dos cosas que el parásito no tolera. Viven del trabajo ajeno y además quieren que ese trabajo sea despreciado, miserable y doliente. Esta es la mentalidad del parásito.
(...) En la Argentina se ha producido el choque entre la clase parasitaria y la productora. La oligarquía, el clero, los sectores parasitarios de los profesionales y de las fuerzas armadas, se han lanzado, en reacción violenta contra la clase productora, utilizando las armas, los soldados del pueblo.
Para semejante traición al Pueblo ha sido necesario el dinero de la oligarquía, la prédica de los malos curas y la agitación de los políticos profesionales. Tres sectores netamente parasitarios. Los hombres de las fuerzas armadas que traicionaron la fe jurada a la Nación, han sido doblegados por el interés. Son mercenarios que a la usanza de los antiguos "condottieri" cedieron a la presión de su codicia. (...)
Recurrieron a la fuerza, "el derecho de las bestias", para dilucidar un problema de opinión, utilizando para ello a las bestias mismas. Los sectores de las fuerzas armadas que sirvieron los móviles y realizaron las acciones de sus mandantes, no solo deshonraron las armas de la Nación, sino que cometieron un crimen del eso patria al traicionar al Pueblo que creía en ellos. Ellos fueron el sucio instrumento de una mala causa porque las causas que enfrenta al Pueblo, son siempre malas.


Juan Domingo Perón