· Querer y considerar a todos los hombres como si fueran hermanos.
· Estimar a los buenos, amparar a los débiles, huir de los malos, pero no odiar a nadie.
· No adular al compañero, porque es una traición; si el compañero lo adula, tema que lo corrompa.
· Escuchar siempre la voz de la conciencia.
· Evitar las querellas, prever los insultos, procurar que la razón quede siempre de su lado.
· No ser ligero en airarse, por que la ira reposa en el seno del necio.
· Recordar que el corazón de los sabios está donde se practica la virtud y el corazón de los necios donde se festeja la vanidad.
· Si tiene un hijo, regocijarse, pero temblar ante el depósito que se le ha confiado.
· Ser para él, hasta los diez años su maestro y amparo; hasta los veinte años su padre y hasta la muerte su amigo. Hacer que hasta los diez años, le tema; hasta los veinte lo ame y hasta la muerte lo respete y venere. Pensar en darle buenos principios ante que bellas maneras; que le deba rectitud esclarecida y no frívola elegancia. Hacer de él un ser honesto, antes que uno hábil.
· Leer y aprovechar; ver e imitar; reflexionar y trabajar. Ocuparse siempre del bien de todos es trabajar para uno mismo.
· Ser ante todo, libre sin licencia, grande sin orgullo, humilde sin bajezas y entre los compañeros, firme sin ser tenaz, severo sin ser inflexible y sumiso sin ser servil.
· Hablar moderadamente con los grandes, prudentemente con los iguales, sinceramente con los amigos, dulcemente con los pequeños y fratenalmente con los pobres.
· Defender, justo y valeroso, al oprimido y proteger la inocencia, sin reparar en nada los servicios prestados.
· Exacto apreciador de los hombres y las cosas, no atender más que al mérito personal, sean cuales fuere el rango, el estado y la fortuna.
· Actuar, con la plena conciencia de que cada uno de sus actos podrían convetirse en norma pública.
· Vivir la propia vida de tal suerte, que viva quede en la muerte.